Hace tan sólo unos días, en una exposición, me encontré con un escritor “amigo”. Ante la habitual pregunta de rigor y cortesía “¿cómo estás?” él responde: cansado, es que esto de ser docente en la universidad es muy agotador (sic). Luego habló un par de cosas sobre los alumnos tarados de Psicología frente a los cuales se expone en forma cotidiana, y sobre lo mal preparados que están. Luego comenta muy orgulloso sobre su metodología educacional basada en dinámicas de grupo para que los alumnos participen y la clase resulte más amena. Frente a estas declaraciones no pude hacer menos que burlarme de él en forma muy discreta, tanto como para causarle algo de molestia, pero sin que notara mi profundo desprecio, y es que la situación no ameritaba algo más interesante. Acto seguido, me retiré indignada de la sala, por razones que explicaré en otro post.
El asunto es que, camino a casa, reflexionamos junto a mi marido sobre la necesidad de mantener conversaciones en base a lo que uno ¿es?. Por qué mencionaría su “docencia en la universidad” este amigo en cuestión que, por cierto, también es escritor, siendo que su cátedra nada tiene que ver con arte o literatura y nos encontrábamos en un contexto artístico y literario. Como si hacer clases fuera la gran cosa, como si nosotros no supiéramos que es profesor de una privada, si para eso se rebanó la cabeza tanto tiempo. Poco obvio sería que no las hiciera. Por último hubiese hablado bien de sus clases y alumnos y no vestirse de escritor u ostentar el título de tal, pues, honestamente, ningún favor le hace a la literatura.
Es habitual comenzar conversaciones ostentando títulos académicos y entregar una tarjeta al final de la conversación. ¿Avala eso las afirmaciones? O es únicamente para excusar la falta de inteligencia o agudeza en las observaciones porque se está simplemente “cansado”. ¿y qué pasa si le respondo que soy Ingeniera en Refrigeración industrial o lombricultora? ¿se acaba la conversación? O si le digo que soy doctora en Psicología social, Magíster en bioética y socióloga se va a quedar callado. ¿qué tiene que ver el título o desempeño laboral a la hora de hablar de poesía o arte?
Lo que más agrava la falta es que este “amigo” en cuestión ha publicado un par de cosas y anda en pasos literarios. ¿por qué no se presenta como escritor? Y no a mi precisamente, que hace bastante tiempo lo conozco y lo conocemos por ello (con más o menos admiración y respeto por su trabajo). Por qué no se presentan como escritores (as) si gustan de andar por bares hablando literatosidades y regalando ejemplares de libros que valen casi 7000 pesos, con tapas bonitas y papel caro, firmando primeras páginas con dedicatorias tan escuetas como autógrafos de futbolistas.
Más respeto por la profesión, más corrección y más garbo. Nuestra literatura quiere escritores, no psicólogos ni arquitectos, ni abogados. Sólo escritores.
4 comentarios:
qué bien, qué bien. tendré que venir con más calma, mientras tanto no puedo dejar de agradecer el link. un abrazo y una movida de cola, y sin duda una levantada de pata para rastrear el regreso
PD: bueno, casi todo bien: odio esas letrillas de verificación para poder ingresar los comentarios
Está lleno este país de mierda (e intuyo que en otros también) de gueones llorones o poco aperrados, que ven a la literatura como un oficio secundario, porque no da para comer, porque no puedo comprarles a mis hijitos una casa bella con jardín. Son estos mismos imbéciles que lloran porque pierden un fondart.
La literatura es un modo de vida, un camino zen, una soga en el cuello, una forma de estar-en-el-mundo.
Un oficio para valientes.
Hola Rosario. No se como llegué hasta acá, pero agradezco a Santa Teresa de Ávila, doctora de la iglesia que me ha permitido cononocer este hermoso blog, y tus hermosas palabras, que ademas son inteligentes y propicias ¿Propicias para qué? No lo sé la verdad, pero he quedado encantado. Bueno, ademas de que compartes mi odio, o algo de el, hacia los docentes universitarios. Me hare un sano fanatico de esta pagina.
A mí me caen peor los universitarios. Cuando se tomaban la facultad de artes de la Chile no me dejaban entrar a practicar piano porque no asistía a las reuniones de alumnos. Yo no asistía porque trabajaba y estudiaba al mismo tiempo. Y commo no tenía piano, quedaba sin estudiar todo lo que durara la toma. Total, una vez fui a una de esas famosas reuniones y sentí verguenza ajena.
¿no estarás siendo un poco exagerada con tu amigo profesor? A lo mejor no se dio ni cuenta, o a lo mejor está tan orgulloso de su puesto que no puede ocultarlo, pero no es para tanto eso, ¿no?
oye me puedes decir cómo se pone esa cajitade musica? busqué tu mail para preguntarte pero no está.
Publicar un comentario