Nuevos bríos

sábado, 29 de septiembre de 2007

No estaba enferma ni andaba de parranda. Andaba por la vida desilusionándome de las nuevas generaciones literarias. Andaba en lecturas poéticas, en centros culturales, andaba riéndome en secreto y jurándome acabar con esto. El discurso era siempre el mismo, las caras repetidas, la mediocridad y lo rancio a la orden del día, cada día, en cada instante.

Se valora lo que se hace porque se hace… no por la calidad. ¡TANTO AMOR NO BASTA!! El mundo está colmado de buenas intenciones. (cómo explicarlo todo, el rigor, la constancia) Todos son unos lame porongas que le restan importancia a lo que importa y se toman a pecho trivialidades. La literatura no debería basarse en elecciones afectivas. Sin embargo, hoy me han metido el dedo en el culo, en el lugar más insospechado, en el lugar menos preciso. Hoy presencié a José Kozer… un cubano judío. Un poeta. Uno de aquellos que te devuelven las ganas de escribir, incluso en un blog, incluso en el anonimato.

Insisto en no creer en las generaciones que bordean la mía y me incluyen. No dejo de despreciar y despreciarme por no conseguir lo que antaño es hoy la gloria. No me gustan las menciones honrosas ni las publicaciones en revistas que no pasan la barrera del segundo número, no me gusta la buena onda ni la crítica indulgente. No me gusta la existencia de Rimbaud ni el sentido de pertenencia que se genera en el club llamado “todos queríamos ser Rimbaud”, donde luego de la lectura a voz en cuello o con micrófono, todos hacen el grito de los búfalos mojados. No obstante, luego de oír a José Kozer, he visto nuevos bríos literarios. Al menos sé que en alguna parte alguien trabaja a conciencia, alguien produce 7000 poemas, está vivo y tiene la calidez suficiente para palmotearte la espalda. Alguien, en alguna parte le escribe a su mujer poemas tan maravillosos que tan solo al oírlos, te paran los pelos. Mis loas a Kozer!!!

Escribir sigue valiendo la pena.